Nacido en 1960 en una zona rural del norte de la provincia de Sichuan, Xiao Kaiyu es uno de las voces más importantes de la poesía china contemporánea. Su recorrido dentro de ella ha sido bastante singular, en parte por su origen campesino, que lo diferencia de la mayoría de los poetas de su generación, y en parte porque empezó a escribir tardíamente. Antes de dedicarse a la poesía estudió la carrera de Medicina China Tradicional y trabajó como médico. Comenzó a escribir recién a mediados de la década del 80, y poco después se mudó a la capital de Sichuan, Chengdu, donde entró en contacto con sus pares. Actualmente reparte su tiempo entre Kaifeng, donde da clases en la Universidad, Shanghai y Pekín. En esta ciudad fue donde lo conocí hace 3 años, durante mi viaje anterior. Esta vez coincidimos en Shanghai, adonde vino a pasar unos días antes del año nuevo chino. Me citó en una casa de un barrio cerrado en las afueras. El taxista que nos llevó desde la estación de subte no tuvo problemas en encontrar el barrio, pero una vez adentro estuvimos dando vueltas media hora hasta encontrar la casa, mientras el chofer repetía cada vez más exasperado: “¡Parece un laberinto!”. La mayoría de las casas estaban vacías y la numeración de la calle seguía una lógica extraña, de manera que dos números contiguos podían corresponder a casas ubicadas en extremos diferentes del complejo. Finalmente, vimos llegar en la oscuridad a Kaiyu, que había salido a buscarnos montado en una vieja bicicleta. La casa a la que entramos tenía tres pisos y ambientes amplios, decorados con buen gusto, pobremente calefaccionados. En el segundo piso, había varios cuartos: un pequeño estudio con una biblioteca y un montón de caligrafías desparramadas por el piso; otro con una especie de escritorio de la dinastía Qing, del tipo que los letrados antiguos usaban para trabajar; y por último, un cuarto de estilo japonés, con tatami y ventanas de papel, utilizado ocasionalmente para reuniones con amigos. Lo que sigue es la entrevista que le hice.
Contá un poco sobre tu background familiar, el lugar donde naciste...
Nací en una zona del centro de Sichuan, en la montaña. Mis padres eran campesinos, pero a la vez cuadros del Partido Comunista. Mi padre era contador, mi madre trabajaba en el área de protección de los derechos de la mujer. Ambas tareas eran simultáneas: trabajaban en el campo y una vez por semana hacían tareas relacionadas con el Partido. Todos leían libros, mi abuelo también leía libros. Esto es después de la Liberación. Antes de la Liberación, es decir, del 49, eran unos niños, mi papá debía tener unos 17 años.
¿Antes de la Liberación, esta era una zona de influencia del Guomindang (Partido Nacionalista) o del Partido Comunista?
Del Guomindang, por supuesto. De todas maneras, la política antes del 49 era algo más propio de las ciudades o pueblos, al campo no llegaba tanto. Antes en el campo la autoridad recaía sobre las personas de mayor edad. Los campesinos de la zona no tenían nada que ver con la política, no participaron de la Guerra Civil. Recién después del 49 adquirieron ideas políticas, cuando comenzó la división de la tierra. Antes tenían ya su propia tierra, pero muy escasa. Después de la Liberación, como en toda China, la tierra de los grandes terratenientes fue dividida y repartida entre los campesinos. Todos participaron activamente de este proceso. Luego, unos años después, la tierra fue colectivizada y se crearon las comunas populares. En ese momento, todos estuvieron contentos con la colectivización, en parte por la legitimidad que tenía el PC, pero también, pienso, porque nunca antes había habido la experiencia colectiva de trabajar todos juntos, comer todos juntos, hacer asambleas, bailar, cantar, etc. Esta forma de vida era nueva. Por eso los 50’ son, por lo que me contaron, una época bastante feliz, hasta el 58, cuando se produce la hambruna.
¿La época del Salto Adelante?
Sí, entre el 58 y el 61. Hubo una sucesión de desastres naturales. Ese fue un momento de crisis para las políticas del Partido, para las comunas populares (gongshe).
¿Tus padres viven todavía en el campo?
Papá todavía está vivo pero ya no cultiva la tierra. La tierra se la alquila a otra persona para que la cultive. Esto es algo un poco particular de China. Yo te alquilo mi tierra, pero no es que vos me das plata, sino al revés, yo te doy plata para que trabajes mi tierra, y de esa manera evito que la tierra se convierta en un páramo. Esto se debe a que hay mucha gente que no quiere o no puede cultivarla. O sea, el Estado me da plata por esa tierra, y yo le doy esa plata a otra persona para que la trabaje.
¿Qué siembran en la región?
Cebada, trigo, maíz, batata.
¿Cuál es la tradición de pensamiento más influyente en la zona?
Nuestra zona es un área de influencia del taoísmo, pero por supuesto también es importante el budismo. En realidad, creemos en todas las religiones. En China somos bastante diferentes de Occidente con el tema de la religión, somos más “informales”. La gente puede llegar a ir varias veces a la semana a orar, a diferentes templos. Además de las creencias budistas y taoístas, tenemos las creencias más locales, dioses locales, de la tierra, y los antepasados. Por ejemplo, el “zaoshen”, el dios de la comida, es decir, un dios que habita en el fuego y que se cree que está a cargo de la comida.
Y estas creencias tradicionales cómo te afectan...
Igual que a cualquier persona de Sichuan. En realidad no es algo que analizo, es algo que está dentro de la vida, son costumbres, es un contenido de la vida más que una religión. Esto no se cortó nunca, ni siquiera durante la Revolución Cultural. De hecho, el campesino convirtió a Mao en una especie de deidad, y así se ve por ejemplo el retrato de Mao colgado de los espejitos de los taxis. Eso es una expresión de este pensamiento tradicional.
¿Qué libros había en tu casa?
La mayoría eran libros de historia y novelas antiguas. También algunas novelas rusas. Por supuesto, poesía antigua. A mi papá no le gustaba la poesía moderna. Aunque, por ejemplo, Lu Xun tenía lectores entre los campesinos. El campesino es una persona que ama tradicionalmente la cultura, porque en el campo las noches son largas y la gente lee mucho. Entonces mi formación empezó por mi casa, pero también por ciertas personas que leían libros, dentro de la aldea. Eran campesinos que realmente amaban los libros. Había un carpintero, por ejemplo. Era toda gente que en los 50 recién empezó a ser alfabetizada, al igual que mi padre. Antes de los 50 también había escuelas, pero eran privadas, administradas por personas que tenían cierta formación letrada y a las que se les pagaba.
¿Durante la Revolución Cultural se cortó la transmisión de la cultura y la literatura clásica?
No, no se cortó. Lo que hizo la Revolución Cultural fue agregar nuevos contenidos. Por eso, como cualquier chino que pasó por la escuela, yo aprendí de memoria poemas clásicos. Todos aprendemos de memoria alrededor de 100 o más poemas clásicos en la escuela. Aún hoy es así.
¿Escribías poesía durante la adolescencia?
No, yo quería escribir novelas, porque en ese momento había un escritor, del norte de mi provincia, que era muy famoso por sus novelas. Escribía utilizando el dialecto de Sichuan. Era muy popular. Lo escuchábamos por la radio, todos los días. Y yo quería escribir utilizando el dialecto. Escribí un poco, pero no era lo mío.
¿Y cómo se refleja el dialecto en la escritura?
El dialecto de Sichuan, que pertenece al sistema lingüístico del norte de China, en comparación con el putonghua (mandarín, lengua oficial del país), conserva una gran cantidad de expresiones antiguas. De alguna manera, es más culto que el putonghua. En las costumbres pertenecemos al sur, pero en cuanto a la lengua pertenecemos al sistema del norte. Aunque nuestro vocabulario es mucho más rico que el de otros dialectos del norte. Esto tiene que ver con razones históricas, con que la población de la zona migró durante la época Ming (entre siglo XIV y siglo XVII) desde Hunan y Cantón hasta Sichuan. Por eso, dentro de nuestra lengua está también la tradición del sur, y también hay mucho vocabulario que proviene de lo que era el estado de la lengua durante la época Ming. Tal vez incluso anterior, porque además había una tradición de literatura oral muy desarrollada. Este vocabulario se mantuvo hasta el presente.
Tu escritura, por lo que entiendo, se mantiene dentro del ámbito del putonghua...
Sí, se mantiene dentro del putonghua (porque tiene mucho más alcance que el dialecto), pero el dialecto influye. Por ejemplo, una de las características de mi forma de escribir, y que está relacionada con el dialecto, es que tiendo a utilizar palabras de una sílaba, mientras que el putonghua es más bien bisilábico, es decir, dos sílabas por cada palabra. Porque pienso que el abuso de las palabras bisílabas tiende a producir un escritura sin música. Me interesa que mi poesía tenga un sabor oral, una musicalidad oral.
Volviendo al tema de la migración...
Es muy común que los chinos guarden de generación en generación un árbol genealógico...
Sí, claro, yo tengo también. El árbol genealógico de mi familia llega hasta la época de la dinastía Shang, más de 2000 años atrás. Nosotros provenimos de los Shang, no de los Zhou como en la provincia Shanxi. Por supuesto, dentro del árbol hay muchas cosas que son falsas, por ejemplo aparecen personas famosas históricamente, que no tienen ninguna relación verdadera con la familia, pero básicamente lo demás es verdad.
¿Cómo fue que terminaste entrando en la carrera de Medicina Tradicional?
No fue una elección. Originalmente, yo quería estudiar Derecho, pero me asignaron a la Escuela de Medicina China, por una cuestión de cupos. Esto fue en el 76. En esta época el gaokao (el examen de ingreso a la universidad) todavía no se había reestablecido, pero yo entré igual por ser de origen campesino. Por supuesto, también tuve que pasar por un examen, pero no era el gaokao. La mayoría de mis compañeros de secundaria, del campo, no entraron a la universidad. De todas maneras, ahora es mucho más desigual la situación, es mucho menor la cantidad de hijos de campesinos que entran a la universidad.
¿Y cómo fue la experiencia como médico?
Estudié con mucho empeño, pero no es fácil ser un médico joven, y especialmente en el caso de la medicina tradicional, ya que lo más importante se adquiere con el tiempo y la experiencia. Por eso, yo no era un buen médico. Nuestros pacientes preferían a médicos más grandes, con más experiencia. Por otro lado, yo no era de una familia de médicos; normalmente, los que se dedican a la medicina china lo hacen dentro de una tradición familiar, transmitida a lo largo de muchas generaciones, mientras que en mi caso era un conocimiento universitario. Por último, por esa época yo me sentía más atraído hacia otro tipo de saber. Ya había comenzado el período de Apertura y Reforma (Gaige Kaifang), y yo leía filósofos y escritores occidentales, leía sobre psicología, etc. Leía libros que habían empezado a circular a partir de la Apertura y Reforma. En los 70 podíamos leer material extranjero, pero más antiguo, traducciones de literatura del siglo XIX o anterior. Las cosas más nuevas, por ejemplo el existencialismo, o literatura norteamericana del siglo XX, empiezan a aparecer a comienzos de la década del 80. Cerrando la pregunta, trabajé como médico varios años. A partir del 86 fui médico de forma intermitente: era un tiempo y después dejaba, volvía, dejaba. Hasta que en el 90 dejé definitivamente.
¿Cuándo te mudaste a Chengdu (la capital de Sichuan)?
En el 86. Por esa época había empezado a escribir poesía. La década del 80 es una época de oro de la poesía, en cuanto a la cantidad de gente que escribía y leía, hubo como un boom, y Chengdu era uno de los lugares más fuertes. Ahí empecé a conocer muchos poetas. Nos juntábamos a tomar y a comer, en la casa de alguno, o en pequeños restaurantes. Ahí conocí a Wang Xia, que ahora es un hombre de negocios, muy famoso y exitoso, a Ouyang Jianghe, a Zhai Yongming. Pero mi poesía era diferente a la de ellos. La mía estaba más ligada a la tradición del norte. La poesía de ellos tenía un componente dadaísta, de vanguardia. En mi caso era diferente tal vez por mi origen campesino: me interesaba la realidad y las relaciones entre las personas. Me interesaba la experiencia común y la relación entre el lenguaje y la experiencia común. A ellos, en cambio, les interesaba más el lenguaje en sí mismo. Los poetas de la ciudad prestaban más atención a su experiencia personal, mientras que a mí, como persona de origen campesino, me interesaba mi relación con otras personas.
¿Qué cosas te influenciaron en esa época?
Me gustaba Eliot, me gustaba el segundo Yeats. También Auden, que es tal vez el poeta extranjero más influyente en la poesía china. Auden de hecho vino a China en 1930, con Isherwood, y escribió unos poemas. Estuvo en Yunnan, en Sichuan, en algunas otras provincias. Isherwood no tenía ningún interés en China, pero a Auden le interesaba mucho. Tuvo mucha influencia en algunos poetas modernistas, como Bian Zhilin. También para mí fue muy importante, al igual que Larkin. Pero ya hacia principios de los 90 mi búsqueda principal era cómo evitar esas influencias y hacer mi propio camino. Había una serie de poetas que me atraían mucho, pero por esa misma razón buscaba alejarme un poco de ellos. Y la manera que encontraba de alejarme era apoyándome en el habla local, y en la observación de la actitud de las personas a mi alrededor. Aparte, en mi poesía aparece mi perspectiva política.
¿Cómo definís esa perspectiva política?
Soy socialista, soy de izquierda. Pero no una izquierda idealista. Mi punto de vista es diferente al de la gente de la llamada Nueva Izquierda, como Wang Hui, ya que ellos quieren volver a la época de Mao. Yo quiero que en esta época cada haya cada vez más gente que pueda vivir mejor. O esa, veo a la política desde los problemas concretos.
En los noventa dirigiste dos revistas: Oposición y Años noventa...¿A qué te oponías...?
A la situación de la poesía y del ámbito intelectual, y también a cierta situación política. Dentro de la poesía, me oponía a dos cosas: me oponía a un tipo de escritura que pensaba pasado de moda, anacrónico, y me oponía a un tipo de poesía que negaba su propia experiencia. Por ejemplo, yo pienso que la poesía norteamericana es muy buena, me gusta mucho, pero nosotros no podemos escribir poesía norteamericana. Tenemos que escribir poesía china. Tiene que haber otras formas de asimilar la influencia, más allá de la imitación. En ese momento había mucha imitación, o poetas que escribían como si fueran poetas norteamericanos o franceses. El nombre de la otra revista, Años noventa, también tenía que ver con esto, con la idea de que teníamos que escribir una poesía de este momento, de esta época, y no la poesía de la década del 80. La poesía y la sociedad de los noventa tenían problemas nuevos. Por ejemplo, la mercantilización era un fenómeno nuevo, que aparece en esa época.
Uno de los grandes problema de la poesía china del siglo XX es el tema de cómo relacionarse con la tradición. En las vanguardias china de las primeras décadas del siglo XX, hubo en muchos casos un rechazo radical de esa tradición. ¿Cómo ves este problema en la poesía actual o en tu poesía?
Los poetas de la década del 20 buscaban romper con la tradición, con la poesía antigua. Yo en cambio he tratado de buscar algún tipo de inspiración en la poesía antigua. Es una poesía diferente, una poesía de otra época, pero aún así es una poesía en la que puedo encontrar cosas que me sirven, puedo encontrar inspiración. De alguna manera, la poesía antigua es como la poesía de otro país. No necesito oponerme a esa poesía, simplemente se trata de absorber lo que me sirve. En los 80 esto no estaba tan claro, había cierta confusión. A principios de esa década, por ejemplo, hubo una serie de poetas mi generación que se dedicaron a traducir de inglés al chino las traducciones que los poetas norteamericanos como Pound habían hecho de poemas clásicos chinos. Es un tema difícil. Gastamos mucho tiempo para tratar de entender la relación entre la poesía china clásica y la poesía actual. Fueron necesarios muchos años para entender cómo incorporar la poesía china antigua en nuestra poesía, cómo encontrar inspiración en ella. También hay otro aspecto, y es que los poetas antiguos eran funcionarios además de poetas. Nosotros no, y no sabíamos bien cómo ver eso, porque nuestra situación es diferente. Ahora, personalmente, pienso que su postura era correcta, porque tenían responsabilidad y utilizaban una tradición crítica para criticar la realidad y la política del momento. Pero en los 80 pensábamos que ellos estaban equivocados.
Hace poco leí un artículo de una crítica norteamericana, Anna Sun, a propósito del premio Nobel a Mo Yan. Decía que la literatura china actual es lingüísticamente pobre, porque deriva de la lengua instaurada por Mao...
Mao Zedong era un gran escritor y su prosa era muy hermosa. De hecho, muchos escritores vanguardistas tienen como ideal lograr una prosa como la de Mao. No es mi caso, yo no tengo ese ideal. La prosa de Mo Yan, por otro lado, no tiene nada que ver con la de Mao. Yo creo que el lenguaje literario actual es muy rico y complejo.
En tu último libro, en uno de los poemas, contás la historia de un personaje local, un campesino que lideró el robo de un camión de mercadería. Fue atrapado y enviado a prisión por veinte años. ¿Qué te interesa de ese personaje y a qué apunta el libro?
El objetivo del libro era escribir sobre las provincias de Shanxi, Shaanxi y Henan, sobre las transformaciones que ocurrieron en estas provincias, estos tres lugares que en el pasado fueron los más desarrollados en términos culturales, y hoy son el peor lugar. La estructura del libro, dividido en cinco partes, sigue la división en cinco elementos (tierra, oro, agua, madera, fuego), que es una concepción tradicional china. Cada una de las partes es un poema largo, corresponde a uno de estos elementos y trata sobre un tema: la geografía cultural, la educación, la economía, el medio ambiente y, por último, los problemas de las ciudades, la vida en las ciudades, la construcción vertiginosa. Esta construcción es una destrucción, porque para la construcción de las nuevas ciudades y edificios se tiran abajo construcciones de valor histórico. Esto por supuesto es malo, pero claro, desde otro punto de vista es bueno porque gracias a eso un obrero consigue trabajo y puede comer. Por eso no estoy del todo seguro, tal vez la destrucción sea construcción, y viceversa. También es un aspecto de la filosofía china que es un poco difícil de entender: la relación entre construcción y destrucción. Es algo que está en otros momentos de nuestra historia: como cuando, hace 2000 años, el primer emperador chino mandó a quemar todos los libros de Confucio...
Viviste mucho tiempo en Shanghai, antes de mudarte a Alemania... ¿Cómo ves la ciudad ahora?
Hay gente que me dice que me fui de Shanghai en el momento en que tenía que quedarme y que volví cuando no tenía que volver. Lo que quieren decir es que entre el 2000 y el 2005 los shanghaineses se dedicaron a ganar plata vendiendo departamentos, y que yo me perdí esa oportunidad. Ahora todo está mucho más caro, pero el río Suzhou, que antes era de color oscuro, se ve casi transparente. Por otro lado, los amigos que tenía en Shanghai en esa época dejaron la ciudad hace rato.
¿Cuál es tu visión sobre la situación general de China hoy?
La presión que tiene un chino hoy en día es mayor que nunca antes en el pasado. La economía está cada vez más tensionada, y las diferencias entre clases y entre la ciudad y el campo son cada vez más grandes; también es un período de creciente desazón a nivel político: por las críticas cada vez más fuertes que recibe China a nivel internacional, pero sobre todo porque hay una insatisfacción, a nivel interno, con la falta de verdadero avance en la reforma del sistema. Por último, a nivel general, creo que la energía creativa de nuestra cultura actual todavía no es suficiente, mientras que nuestra identidad cultural es cada vez más borrosa. Qu Yuan, uno de los primero poetas de la historia de China, tiene un verso: “En la veneración de la razón encontré el camino”. Parece como si, en la China actual lo hubiéramos dado vuelta: “En la veneración de los caminos (rutas, ferrocariles, autopistas, etc.) encontramos nuestra razón.”
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