Esa ciudad (1936)
Esa ciudad.
¿Te acordarás
aún de esa ciudad?
Me temo que
sólo podrías decir “no”.
Como la
brisa nocturna
que mueve una
cortina,
quizás la
has olvidado de verdad,
igual que
se olvida a una amistad ausente
o cualquier
hecho lejano.
Pero yo, que
amo la historia,
que me
gusta hojear viejos libros
en busca de
viejos rastros,
volví a
encontrarla un día
cuando las
hojas habían caído,
cuando las
hojas estaban secas,
volví a
encontrar esa ciudad:
había humo
sobre las murallas, como nubes en un sueño,
y las paredes
manchadas de musgo
(la lluvia
de Cangzhou
vuelve todo
verde, dijo alguien).
La ciudad
era vieja,
vieja y
pequeña,
las torres
abandonadas, derruidas,
repletas de
nidos de lechuzas,
como un mero
decorado
para ese
atardecer de otoño.
Las calles
desparejas, poca gente
andando, poco ruido, carros y caballos.
Fue en esas
calles un poco deprimentes,
no, fue en
esa vieja ciudad, que un día
casualmente
nos encontramos, nos conocimos,
casualmente
nos dijimos adiós,
allá lejos
y hace mucho
tiempo.
¿A dónde
habrás ido después?
¿En qué ciudad habrás terminado?
“Quiero
navegar los mares”, me dijiste
una vez,
pero yo he navegado más tarde
los mares, sin
saber a dónde
me llevaban
las olas. Dijiste:
“Quiero
seguirte hasta el fin del mundo.”
¿Pero dónde
queda el fin del mundo?
Ni siquiera
cabalgando
este viento
de fin de otoño
podría
encontrar tu rastro hoy.
Y sin
embargo pienso siempre en esa ciudad,
en sus cielos azules o nublados,
en el paraguas
de papel que compartimos
por un camino embarrado bajo la lluvia .
Y en el
bosque de pinos a las afueras,
y en los
susurros y las risas a la sombra,
y en el
arroyo bordeado de hierba,
y los
insectos temblorosos...
En otoño,
en algún día gris, algún atardecer,
suelo
acordarme casualmente.
Todo es un accidente, sí.
¿Hay algo
que no suceda casualmente?
Una cigarra
fría cae a tierra,
una hoja amarilla
abandona la
rama,
dos extraños
se separan
después de
andar juntos un rato,
se pierden de
vista para siempre.
Una poco de
tierra, un poco de pasto,
se
convierte en la tumba de alguien.
Todo esto
sucedió casualmente,
y así terminó
también, en silencio.
Salvo que
yo sigo pensando:
¿cuándo volveré
a esa ciudad?
¿cuándo
volveré a esa ciudad?
Li
Guangtian (1906-1968)
那座城
那座城──
那座城可还记得吗?
恐怕你只会说“不”,
象夜风 轻轻地吹上破窗幕,
也许你真已忘去了
好象忘去 一个远行的旧相识,
忘去些远年的事物。
而我呢,我是个历史家,总爱翻
厚重的旧书页 去寻觅
并指点出一些陈迹,
于是,我重又寻到了──
当木叶尽脱 木叶飘零时
我重又寻到了 那座城:
城头上几点烟,象梦中几朵云,
石壁上染青苔,
曾说是 一碧沧州雨。
城是古老的了,
古老的 又狭小的,
年久失修的城楼,倾颓了,
正好让 鸱枭作巢,
并点缀暮秋的残照。
街道是崎岖的,更没有
多少行人 多少喧哗或多少车马。
就在这冷落的街上,
不,就在这古老的城中吧,
偶然地 我们相遇了,
相遇,又相识,
偶然地 却又作别了,
很久很久,而且也很远很远了吧,
你究竟到哪儿去了呢?
你可曾又落到了什么城中吗?
你曾说,“我要去漂大海,”
但大海我也漂过,
问去路 也只好任碧波,
是的,你又说
“随你到世界的边缘,”
但哪儿算世界的边缘呢?
就驾了这暮秋的长风
怕也难 寻出你一些儿踪影!
但我却总想到那座城
城上的晴天和雨天。
雨天的泥途上,
两个人同打的 油纸伞,
更有那城下的松林,
林荫下的絮语和笑声,
那里的小溪,溪畔的草,
受惊的,草间的鸣虫……
每当秋天,当一个阴沉的日子
或晚间,偶然地,我便这样想到了。
是呢,都是偶然。
什么又不是偶然呢:
看一只寒蝉 坠地,
看一片黄叶 离枝,
看一个同路的陌生人 远隐了,
隐到了不可知的异域。
一席地,盖一片草,
作一个人的幽居。
这一切也都是偶然吧,于是,
偶然地 一切都完了,
沉寂了,除非我还想:
几时再回到那座城去呢?
几时再回到那座城去呢?
(选自《汉园集》,1936
年 3 月,上海商务印书馆)
No hay comentarios:
Publicar un comentario