¡Qué distendido parece el banano!
Un perro ladra, mordiendo sus propias pulgas,
y cansado de ladrar más tarde se tira a dormir.
Una chica da vuelta las hojas de loto,
mientras su hermano va con un balde hacia la huerta;
todo alrededor, montañas montañas
como el hábito abierto de un monje.
Unos campesinos cavan en el campo de ajo,
y la luz penetra en la tierra:
así es cómo los muertos obtienen la felicidad.
El barro extraído del fondo del estanque
se apila junto al borde:
vivimos en una época llena de revelaciones.
Yang Jian (Maanshan, 1967-)
Traducción Miguel Angel Petrecca
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