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lunes, 12 de abril de 2010

Anales del mosquito



Diez mil mosquitos unidos conforman un tigre, nueve mil mosquitos unidos, en cambio, sólo conforman un leopardo, y ocho mil mosquitos un orangután de escasa movilidad. Un mosquito, por último, es solamente un mosquito.

Los mosquitos, junto con las sanguijuelas y los vampiros, pertenecen a una misma clase; a esta pueden agregarse los burócratas, los terratenientes y los capitalistas. Todos los seres vivientes pueden clasificarse de acuerdo con sus costumbres alimenticias, en carnívoros, herbívoros y chupasangres.

En los intersticios de la Historia, por todos lados se encuentran mosquitos. Presenciaron e incluso participaron de ejecuciones y descuartizamientos, sabotajes y venta de niños; sin embargo, a lo largo de las 25 dinastías, no hay ni una sola mención a los mosquitos.

Los mosquitos con los que nos topamos hoy en día son los descendientes de los mosquitos de la época de Nuwa (Nuwa era una hermosa mujer, o al menos eso se afirma en La creación de los dioses). Nuwa, por naturaleza, amaba los mosquitos, pero en La creación de los dioses no se dice una palabra de esto.

La vida de un mosquito, sin embargo, es limitada, comprendida casi entre un amanecer y un atardecer, o dos amaneceres y atardeceres, por lo cual un mosquito, en promedio, puede ver durante su vida unas cuatro o cinco personas, o unos veinte o treinta cerdos, o un caballo. Esto explica por qué que los mosquitos nunca han sido capaces de elaborar la noción del bien y del mal.

Hay personas que no abren las ventanas, las puertas, por temor a que entren los mosquitos: estas personas se encuentran, de hecho, bajo la custodia de los mosquitos. Otras, al entrar a un baño público, son picadas por un mosquito, y descubren que la picazón, aunque terrible, les resulta tolerable.

Uno de los propósitos de mi venida al mundo es para ser mordido por los mosquitos. Insertan sus jeringas en mi piel, se reúnen en mi sombra a gozar del fresco, pierden el conocimiento y mueren en mi respiración envenenada.

En la noche profunda, un hombre tendido en su cama, a medias despierto, a medias dormido, se da a sí mismo una cachetada. No es que esté reflexionando sobre sus propios errores, sino que ha escuchado el zumbido de un mosquito. Cuanto mayor es la fuerza con la que se golpea, más alta la probabilidad de matar un mosquito, más serio parece su mea culpa.

Entonces, ¿en quién se convierte un mosquito después de muerto? Ese hombre que pasa volando histéricamente frente a mí, zumbando, debió ser un mosquito en su vida anterior.

Proteger a la naturaleza, significa proteger a los mosquitos y demás, incluido el dios de la malaria. Proteger la naturaleza, y al mismo impulsar la industria de las cremas antiinflamatorias: es hacer el esfuerzo necesario para expulsar a los mosquitos de la naturaleza. Pero la realidad demuestra que esto es extremadamente difícil.

Traer un mosquito consigo en el avión, en el tren, trasladarlo hacia una tierra extranjera, puede contribuir a hacer más fuerte nuestra nostalgia, e incrementar nuestra identificación con el planeta. Cada vez que abrimos una valija, un mosquito puede salir volando de ella.

Los lugares en los que se ha posado un mosquito y aquellos en los que nunca se ha posado uno, en apariencia, no tienen ninguna diferencia, de la misma forma que entre los lugares tocados por un ladrón y los no tocados tampoco parece existir diferencia. Al examinar detenidamente las pisadas de un ladrón, utilizando una lupa, sin embargo, se observa la presencia de un mosquito muerto.


Xi Chuan

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