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miércoles, 24 de agosto de 2011

Así que me amás




Doce de la noche, ya estás dormido, y yo todavía frente a la computadora tecleando estas palabras.
Así que me amás.

Durante un año entero viste la nieve colarse por las hendijas de la ventana, mientras el hogar acumulaba frío.
Así que me amás.

Atravesás el jardín de mi infancia, y aún descalzo escuchás los gritos de las hormigas. Alrededor no hay nada de viento.
Así que me amás.

Tal vez escribís, en el mejor de los casos unas novelas que parecen poesía, no creés en la religión, en el gobierno... No vas a darle un nombre concreto a ninguna cosa. No creés en el amor.
Así que me amás.

Un día te acordás de cuando eras chico, en la isla Yangma, la marea golpeaba una y otra vez contra las rocas el cuerpo de tu tío y un barco de pescador; más tarde ese ruido, en tus pesadillas, apareció en forma de golpes contra una puerta, pero en ese momento vos estabas jugando a un juego con tus amigos.
Así que me amás.

Los sueños extienden tus fluidos corporales, sueltan tus pensamientos, sólo el reloj permanece aún, después de ingresar en el sueño, en silencio igual antes
Así que me amás.

Mirás una y otra vez Trainspotting, te fascinan las drogas y el cargo de presidente: el poder supremo que tienen esas dos cosas
Así que me amás.

Es de noche, en medio de tu tristeza tomás té, observás las hojas durante un rato con el pequeño S., todavía no están prendidas las luces.
Así que me amás.

Caminás en algún lugar bajo la luz de la calle, caminás a la luz del sol, pero en ningún caso podés ver tu propia sombra.
Así que me amás.

En el pasado estuvimos frente a frente, vivimos cerca, pero los años que estuvimos sin conocernos son largos como una serpiente
Así que me amás.

Cuando cumplís 30 años, ya no ves los hechos de tu pasado como estrellas en el cielo; ellos tienen sus motivos para caminar de costado igual que cangrejos por la playa Heisha, y desenterrar un corazón herido por un antiguo amor. Tu madre dijo: es hora de que te cases.
Así que me amás.

Es hora de que te cases. Te enamoraste de mí como tirando una moneda.
Así que me amás.

Mi amor depende de vos.
Así que me amás.

Caminás muy despacio, porque estás viejo, así que me amás.
Digo: entonces vení.


(Yu Xiang, 1974)
Yu Xiang

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