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martes, 7 de mayo de 2013

Un diálogo





11:30 de la noche, de regreso a Shanghai desde Nanjing, ceno en uno de los últimos locales de comida que quedan abiertos a esta hora en el barrio, un negocio de malatang (sopa picante oriunda de Sichuan) que está a una cuadra de mi casa. El diálogo sucede después de comer y de pagar, cuando estoy con un pie afuera del pequeño local. Adentro sólo está la dueña y un cliente, un pibe con traje, que parece haber salido recién del trabajo

Dueña: ¿Cuántos años tenés?
Yo: 33
Dueña: ¿De qué animal del zodiaco?
Yo: Soy cabra.
Dueña: ¿Cómo puede ser? Yo soy cabra y tengo 35.
Yo: Nací en el 79.
Cliente: Es que ellos cuentan diferente. Cuando nacen no tienen años, después de un año recién cuentan un año.
Dueña: está bien, entonces yo tengo 34 de xisui (“años occidentales”) y 35 en años chinos.
Cliente: Pero sólo en Shanghai cuentan con xisui, en otros de China lugares no. (A la dueña): ¿En qué mes naciste?
Dueña: Sólo sé que nací dos o tres días después de año nuevo.
Cliente: Entonces debe haber sido en el primer mes  del calendario lunar.
Dueña: Debe ser. (A mí:) ¿33 años y todavía no estás casado? Yo ya tengo dos hijos, uno de quince, uno de diecisiete. Siempre están acá, ¿no los viste?
Yo: Sí, siempre están jugando a la compudora.
Dueña: Sí, no les gusta estudiar. Uno estudió hasta segundo año de la secundaria, otro hasta tercero. No les gusta.
Cliente: Es que en los otros países se casan más tarde.
La dueña bosteza. Le pregunto si está cansada.
Dueña: Ayer se quedaron 3 clientes tomando cerveza como hasta las dos de la mañana. Eran de Taiwán.
Cliente: Taiwán es China.
Yo: Sí, Taiwan es una “parte inalienable de China” (“zhongguo bu ke fenge de yi ge bufen”: latiguillo político aplicado a Taiwán, a las islas Diaoyu, etc.).
El cliente aprueba con entusiasmo mi frase y me ofrece un cigarrillo, diciéndome: “Vi recién que fumabas.”
Dueña: Sentate, por favor. (Al cliente) ¿Vos qué edad tenés?
Cliente: 28. Y un hijo de 9. Me casé a los 18.
Dueña: ¿De dónde sos?
Cliente: Mi laojia (mi “viejo hogar” o “vieja casa”, es decir, mis pagos) está en Anhui.
Dueña: Ah, todos los de está cuadra son paisanos tuyos de Anhui.
Cliente: Ahora me estoy yendo de Shanghai, estoy volviendo a ver a mi hijo y a mi esposa.
Dueña: ¿Cómo, vos acá y tu esposa en otro lado?
Cliente: Sí.
Dueña: Hmm.
Cliente: Bueno, pero para algo está el teléfono, una llamada y listo.
Yo: ¿No tienen una frase ustedes que dice: “la pequeña separación engendra una nueva unión”? Pero si la separación es muy larga...
Cliente: También tenemos otra frase: “la separación engendra la belleza.”
Dueña: Jaja.
Cliente: En serio, si estás todo el tiempo junto te terminás peleás, en cambio así cada tanto hablamos y nos extrañamos. (A la dueña) ¿Vos de dónde sos?
Dueña: Guangxi.
Cliente: ¿Guangxi qué lugar?
Dueña: Fuzhou.
C: ¿Hay un “Fuzhou” en Guangxi?
Saca de la mochila un atlas de China, un librito tamaño de bolsillo, de tapas rojas, con mapas de todas las provincias. Le digo: “Yo tengo el mismo, lo compré en un kiosco en la estación de tren Hongqiao.”.
Dueña: Ah, no lo vas a encontrar, es que mi pronunciación no es muy estándar. (A mí:) ¿Vos de dónde sos?
Yo: Argentina.
Dueña: No me suena.
Cliente: Sí, sí, Sudamérica... ¿Ahí a qué edad se casan? ¿Mucho más tarde que nosotros, no?
Yo: Depende. También hay gente que tiene hijos a los catorce, quince.
C: Es que allá también maduran más rápido, porque comen mejor, comen mucha carne, por eso son más altos.
Dueña (al cliente): ¿Tu esposa cuánto mide?
Cliente: 1,80
D: ¡1,80! (se ríe y lo mira divertido, como si no le creyera: el cliente no debe medir más de 1,70). Debe ser muy linda, y encima la dejás sola.
C: No, no hay problema, en serio, Es bastante fea.

2 comentarios:

  1. ¿Y en mandarín? Eso lo vuelve más notable: tu traducción. Después de leer esto, Miguel Angel, quiero leer todos los otros posteos. No conocía tu blog.

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