1. Mariposas estrelladas contra el parabrisas
Subo con el auto a la autopista y comienzo ahí mismo una matanza de mariposas; o tal vez, son las mariposas las que al verme subir a la autopista deciden lanzarse en un vuelo kamikaze. Se estrellan contra el vidrio del parabrisas. Se estrellan, en forma persistente, contra el vidrio del parabrisas. Una tras otra mueren, se convierten en unas gotas, en unas rayas amarillas que el limpia parabrisas no puede despegar. Lo único que puedo hacer es detenerme, en parte en señal de duelo, en parte para postergar el momento en que tendré que pagar mi deuda. Pero justo entonces viene un policía, examina mi licencia y me hace una multa, me ordena que vuelva al camino de inmediato: no está permitido detenerse en una autopista. Cuando arranco otra vez, en seguida, un número aún mayor de mariposas comienza a estrellarse contra el parabrisas.
4. El Luo Yihe de un pequeño ciudad
Un pequeña ciudad: tres avenidas, una plaza, cinco mil árboles, un amigo. El amigo me invita a comer, en el Restaurante “El héroe de Yan Zhao”. Invita a seis comensales, entre los cuales hay uno que me deja pasmado: ¿no es Luo Yihe? Pero Yi He murió hace ya quince años. El aspecto y la actitud de este hombre son extremadamente similares, aunque es más alto y ha leído menos que Yihe. Nos damos la mano; es un hombre cálido y tímido. Yihe no sabía de la existencia de este otro Yihe; y luego de su muerte, este otro Yihe siguió viviendo en silencio. Nunca le conté la anécdota a nadie, ni siquiera a la viuda de Yihe. Guardé este secreto hasta hoy, no sé bien por qué motivo.
7. Esta ciudad me evade
Esta ciudad me evade. Me dio una lluvia torrencial, impidiéndome pasear por sus calles. Los museos de los que oí, debido a la falta de mano de obra se encuentran cerrados. En los negocios las personas hablan palabras que no entiendo, y solamente venden un tipo de alcohol, el tipo que no puedo tomar. Hambriento, encontré finalmente un restorán, pero estaba cerrado. Me quejo a los gritos, pero no hay nadie que me haga caso. Golpeé una puerta, la puerta se abrió, pero adentro no había nadie. Me apoyé contra un árbol, y de inmediato cayeron las hojas del árbol. En esta ciudad no tengo ni un conocido. Haber venido a esta ciudad es lo mismo que no haber venido nunca.
8. Un descubrimiento
Levantás la valija y salís, tomás un avión, tomás un tren o un auto. Llegás al lugar al que planeabas llegar o a un lugar al que no planeabas llegar, te lavás la cara o te bañás, luego salís del hotel. Querés echar un vistazo a este lugar desconocido- una ciudad desconocida o un pueblo desconocido, pero descubrís que no tenés manera de llegar muy lejos. Atravesás mil montañas, sólo para poder ver, por detrás de esas mil montañas, un puñado de calles, un puñado de caras, y tal vez un par de montañas. Llegás al lugar que planeabas llegar o a un lugar al que no planeabas llegar. Pero, de hecho, no tenés manera de llegar muy lejos. Esta frase parece como una maldición, pero no es para nada a propósito.
10 Alucinación
La noche y la llovizna me hacen perder el camino. En una calle sobre la que hay estacionada una aplanadora, pero sin obreros a la vista, un gordo me persigue. Apuro el paso y el hombre empieza a amenazarme y a insultarme. No me preocupa el poco dinero que tengo en el bolsillo, me inquieta la idea de que en esta ciudad sólo estamos él y yo. Inquietud, nervios, me siento indefenso durante un rato, y luego de repente me convierto en tres personas. Los tres nos detenemos y nos damos vuelta: el gordo, que ya se había abalanzado hacia donde estaba yo, se queda estupefacto. Se da vuelta y empieza a correr, nosotros empezamos a correr detrás de él. Mientras corremos sentimos el placer de nuestra superioridad numérica. Hasta que, en un momento, caemos juntos en un desagüe y me doy cuenta que he perdido de vista a los dos que me acompañaban.
17. Hay personas
Hay personas que viven toda su vida en Shanghai, personas que viven toda su vida en Roma, personas que viven toda su vida en un oasis en un desierto, o que viven toda su vida al pie de una montaña nevada- Nunca los viste a ellos. Hay personas que parten de Shanghai y mueren al pie de una montaña nevada; hay personas que parten de un oasis en un desierto y casi mueren en Roma, pero a último momento vuelven al oasis- Nunca los viste ellos. Escribís estas palabras, y las personas que no leyeron estas palabras sin embargo siguen viviendo toda su vida en alguna parte; los que las leen quizás digan: este hombre sólo dice tonterías. Esperá un momento: ¿no nos vimos en alguna parte? Pienso y pienso pero no, creo que nunca te he visto. Vivimos toda una vida, cada uno por su lado, tal vez dentro de la misma ciudad, tal vez incluso la misma calle.
Xi Chuan (西川). 2004, 2005, 2007.
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