2 fragmentos de una entrevista registrada en agosto de 2013. La entrevista tuvo lugar en la casa de Darío Rojo y los entrevistadores fueron: Jorge Salvetti, Darío Rojo y Miguel Angel Petrecca. La transcripción es en bruto.
Fragmento 1.
¿Cómo ingresé al Partido? Y bueno,
yo soy hijo de comunistas, mi viejo Rafael era comunista. Era medio inevitable,
aunque es verdad que no me afilié al partido de entrada, tardé un poco; es más,
fui hasta Tacuara. Pasé una semana por Tacuara, porque todos los muchachos del
club eran de Tacuara. Un club de Ciudadela. Y un día me llamó mi tío, que era
dirigente del Partido Comunista en la Provincia de Buenos Aires, y me dijo,
mirá, me dijeron los muchachos de Ciudadela que tienen en sus archivos como
militante de Tacuara, ¿qué mierda estás haciendo? En realidad era la Guardia
Restauradora, no era Tacuara; usaban camisas marrones, camisas Pardas. Le digo:
“Son unos muchachos que se ponen unas camisas pardas nada más...” “Sí”, me
dice, “pero están tirando bombas de alquitrán contra las sinagogas, balearon la
casa de un compañero nuestro, fijate con quién andás.” Yo tenía 14 o 15 años.
Básicamente, me estaban advirtiendo que me iban a cagar a palos si seguía así.
Yo me afilié a la Juventud Comunista en el Colegio, ese fue mi ingreso. Mi
viejo, mi vieja, el hermano de mi vieja, este tío del que te estoy hablando,
eran todos comunistas. Mi abuela paterna era italiana y la hermana de mi papá, la
hermana mayor, también. Los hijos que siguieron nacieron acá. Mi abuelo era un albañil.
Tenía sí un hermano que era anarquista, me acuerdo que lo veía siempre en la
casa de él, tomaba como una cuba. Y de toda la familia el único que salió fue
mi viejo, que en realidad primero fue anarco, después se afilió al Partido y
ahí la conoció a mi vieja. En realidad mi viejo conoció a mi vieja por mi tío.
Ambos militaban en toda esa zona de San Martín, Ciudadela, y supongo que mi
vieja se había afiliado por mi tío. O sea que al final de una manera u otra yo
tenía que terminar allí. Mis viejos, o al menos mi viejo seguro, eran ateos
militantes. Yo viví con mi abuela española en realidad, o sea mis viejos vivían
con mi abuela, y cuando mi vieja murió mi abuela se ocupó de nosotros; pero era
una católica muy austera, no mostraba su catolicismo, no tenía santos en los
paredes y no era de ir a la iglesia, aunque era católica a fondo. La tana era
distinta, la abuela Rosa, tenía su altarcito en el cuarto, la virgen con la
vela prendida, todo, era muy manifiesto. No iba a la iglesia, pero tenía su
propio culto hogareño. En cambio no, la española no, no tenía santos, nada
visible. Era castellana, viste que los castellanos son muy... son menos
santeros. Igual creo que tenía un crucifijo, en algún lugar no muy visible. Y
tenía un cuadrito, que creo que era de Rafael, una reproducción de un Cristo,
un cristo renacentista.
Fragmento 2
Yo no conocía a nadie del 60. No
conocía a Gelman, ni a Bignozzi, ni a Urondo. A Gelman lo vi una vez sola. De
los mayores sí, veía a Tuñón. A Girri en el 75 Kovladoff le hizo una entrevista
en Crisis, que era una revista montonera que manejaban Gelman y Galeano. No era
montonera orgánica, pero sí era montonera pro izquierda. Y Kovladoff le hizo
una entrevista, lo que sorprendió a todos, era raro que saliera Girri en
Crisis. Yo perdí los prejuicios gracia a esa nota, que era una nota por un
libro que acababa de salir Quien habla no está muerto. Me acuerdo que en el
reportaje decía, no sé qué le preguntaba K. sobre la dificultad para leerlo, y
entonces él respondió: qué curioso,
porque yo tengo ahora como consigna trabajar con lo obvio. Claro, bueno, lo
que para él era obvio... Después estaba Giannuzzi, que sí lo leía. Había sacado
Las condiciones de la época, que
nadie le daba bola, porque estaba toda la onda del coloquialismo de los que
manejaban la cultura, Gelaman, Urondo. No le daban bola a Giannuzzi porque G.
era amigo de Sur, o sea por ubicación política. Entonces Giannuzzi saca el
tercer libro que es Las condiciones de la
época, muy acorde con la época, y la tapa era como una especie de represión
en Plaza de Mayo, que se ve gente amontonada y un chorro de agua que les tiran,
y tenía una introducción que decía: “El autor hasta ahora se inclinado por
temas intimistas, pero ahora está más atento a la realidad social de su
tiempo.” Qué bárbaro... quería anotarse de cualquier manera. Pero bueno, era el
mejor o uno de los mejores libros de los 60. Era uno notita nada más. Yo creo
que él trataba de anotarse en la corriente principal, y no le dio resultado
porque de ese lado no le daban bola, y del otro en realidad tampoco porque era
peronista. El contacto de él en Sur era Murena, él era amigo de Murena, y era
amigo de alguna otra gente de Sur. Trató de ir para ese lado, pese a que era
peronista, y yo creo que eso lo marcó mal para el otro lado. Quedó totalmente
mal ubicado. Personalmente lo vi una vez, pero no lo traté mucho, recién en los
80 empecé a tratarlo. Estaba en no sé qué tipo de ágape, ahí todo gris,
escondido en el fondo. Yo me acerqué y le dije: “Tengo su libro, compré su
libro”. Me dijo: “Debe ser uno de los pocos” Era amigo de Lamborghini, eso sí,
de Leónidas. A Leónidas yo lo había leído también, El solicitante, Eva perón en
la hoguera, que tuvo bastante éxito. Y fui una vez a verlo a Crónica, con
un tipo que se llama Soares, Norberto Soares, que era el padre de Lucas Soares,
un periodista que laburaba en el periódico de los bancos cooperativos, los que
ahora fundaron el Centro Cultural de la Cooperación. Un día me dice vamos a
verlo a Lamborghini, te va a gustar conocerlo. “Pero no, si escribió Eva Perón
en la hoguera”. “Pero no seas tan gorila.” “No, no, a mí me gusta, es un buen
poeta, qué sé yo...”. Cuestión que fuimos a Crónica y no nos dio ni cinco de
bola. Estaba re contra obsesionado
porque tenía que escribir no sé qué mierda que le habían pedido, “Qué tal
muchachos, sí, sí. Sí, sí, me fue bien con el libro...” Y seguía ahí. Y vino un
tipo y le dice: “Alargá esto”. “Estirá esto”, le dice. Y le da un cable de
cuatro líneas. Y Lamborghini se pone a mirarlo y dice “Estirá esto, estirá
esto... ¡Tirá esto!!!!” Y lo tiró a la mierda. No, era muy simpático, era simpático
Lamborghini. Y ahí se puso a hacer toda una teoría, nos dio un poco de bola y
empezó a hablar del tango y de por qué le gustaban las letras de algunos
tangos. Me acuerdo siempre que dijo que le gustaba Tome y obligo, que hay una parte que dice: “Si los pastos
conversaran.” Me dice: “Escuchá esto: ¡si los pastos conversaran! Te tenés que
imaginar a los pastos conversando.” No, sí, leíamos a todos esos tipos,
bastante, bah, lo que publicaban, en realidad L. había sacado sólo dos libros,
y G. sólo tres.
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