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lunes, 1 de febrero de 2010

Consecuencia

1

Esta vez voy a inventar pequeñas historias de vida,
personas de mediana edad y sus experiencias inmorales.
Voy a escribir de forma de darle a esto una cara y una voz,
que lo lean como si realmente hubiera sucedido, tiempo atrás.
Ahora pondré el lugar de la acción: una esquina de la ciudad.
No el parque, ni el teatro, sino un edificio del gobierno:
por ejemplo, la quinta oficina de impuestos internos. Y ahora
describiré a la mujer: su imagen es la de una favorita
de un emperador de la dinastía Han, pero ella sabe
un idioma extranjero y poemas de petrarca de memoria.

2

El hace el papel de un inocente. Dice:
“no sé cómo es la felicidad, es como un planeta,
volando por encima en su órbita a gran velocidad,
sólo puedo imaginarlo”. De hecho, este es un discurso preparado,
cuyo contenido son las siguientes palabras: “Dejáme llevarte a cenar”.
Ella está realmente emocionada, revela su compasión femenina.
De esta manera se me arma el cuadro de una película de Hollywood:
una de los cuarenta, sin embargo, no una producción actual.


3

Después él la lleva a la casa de un amigo.
Juntos toman vino blanco marca La gran muralla.
El amigo al rato se va a dar un paseo.
Ahora, si ustedes piensan que habrá sexo, se equivocan.
A él le hubiera encantado, pero en el momento crucial
la impotencia entra en escena. Caramba, su papel
deviene más bien una farsa. Tiene ganas de llorar,
como si dijera: “Oh, vida, mi vida, por qué, por qué?”

4

En este momento empiezo a dudar: está bien escribir así?
El le escribe una carta todos los días. No puedo decir que estén mal escritas,
pero sí algo exageradas. En una de ellas por ejemplo dice:
“Un hombre de mi edad se aferra al amor
como un náufrago a un brizna de paja”.
En otra: “La vida es mi enemigo, y en mi guerra
contra la vida vos sos mi arma nuclear”.


5

Antes de que lo confundan con el Pruffrock de Eliot
les aseguro: no lo es. La diferencia es simple:
en su vida no hay cuarto de recepción.
Ven? El tal cuarto es un símbolo, y la moraleja
es que el alma no encuentra lugar donde reposar,
y permanece acá solamente como un huésped.
Creo que su alma quiere convertir a la mujer
en un cuarto de recepción. Pero no quiero que piensen
que la mujer es un cuarto de recepción.
Que quede bien claro eso, eh?.

6

En tanto sus alas están en pleno ajetreo,
se me hace difícil imaginar un final apropiado.
Escribo acá de una trama en progreso: él y ella
están de alguna manera en su tierra de fantasía.
Delante de ellos hay un aeropuerto, detrás las puertas
de la municipalidad. Delante aviones que parten
y aterrizan, detrás filas de escritorios amplios.
En el fondo de su cabeza se repiten las líneas:
“Cortate los genitales”. “Los desastres son grandes”.

7

Ahora decido terminar este poema. Déjenme evaluar
lo que pasó con su plan original: fracasó.
Solamente dos períodos importan en nuestra vida:
la juventud y la vejez. En el medio apenas hacemos la plancha.
¿Es lícito escribir poesía insípida?
Pueden decir que no. pero yo digo: ¿por qué no?
Y declaro que la lírica no es ninguna obligación.
Este poema es un método; su significado: el más superficial posible.


Sun Wenbo (1959-)
Traducción Miguel Angel Petrecca

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